Calle Concejal José Parrilla González, 5, 41889 Arroyo de la Plata
Teléfono: 955 95 20 77
El Castillo de las Guardas es un municipio de la provincia de Sevilla, que conforma una singular población, repartida en diez pedanías y otros asentamientos dispersos, y hasta inhabitados. Situado a 54 kilómetros de la capital y a una altitud de 347 metros, bastante cercano al nacimiento del río Guadiamar, en su término abundan los grandes latifundios dedicados a la ganadería brava. Cuarenta y cinco minutos separan a la capital hispalense de este feudo, que se extiende por 260 kilómetros cuadrados de naturaleza. Todos los núcleos poblacionales en los que está repartido el término municipal, tienen su propia entidad y su personalidad, cuentan con paisajes únicos, silenciosos, donde el más mínimo detalle sonoro desborda, donde el aire húmedo se combina con los olores de la naturaleza. Hoy vamos a centrarnos en Arroyo de la Plata. Un núcleo que dista 8 kilómetros del principal, en la zona sur de El Castillo de las Guardas. Arroyo de la Plata es la primera de las pedanías en población, antesala al núcleo principal. La N-433 es su arteria principal, de la que se beneficia y la que la ha dotado de mayores servicios, aprovechando el caudal de visitantes que utilizan esta ruta para llegar a la Sierra de Aracena. Bares, restaurantes o una pequeña iglesia de piedra, dan la bienvenida a este reino desperdigado. Un hito en la carretera, pues prácticamente es la única pedanía que cuenta con negocios en su perímetro. Aquí no encontraréis bancos, centros de salud, farmacias ni ningún servicio de ese tipo. Para cualquier asunto que se salga del día a día, hay que ir a la cabeza visible de esta familia poblacional.
Estos paisajes que lindan con la Sierra de Aracena tienen personalidad múltiple. Cada valle es muy suyo, y también cambian los rasgos de carácter de sus habitantes, aunque todos tengan en común el amor al monte y a la vida en el campo. Estar alejados de las grandes ciudades no implica hacerle ascos a ciertos detalles de la vida cosmopolita, como el buen comer. Lo que ya no es tan común es encontrar una aldea que cuente con un restaurante conocido en toda la provincia por la calidad de su oferta. Hacemos un alto para comer en uno de los establecimientos imprescindibles de la comarca. Casa Juanito es uno de esos restaurantes de carretera de referencia donde parar en la N-433. Más de 35 años de buen servicio, buenos precios y comida de calidad. Esas son sus señas de identidad. La tradición taurina de la zona se refleja en la decoración de este veterano establecimiento, donde es fácil encontrarse con figuras del toreo que acuden a degustar sus platos tradicionales. Cartelería taurina, cerámica e incluso algún trofeo de caza, colgados en paredes con azulejos hasta la mitad. Suelos de terrazo, mesas y sillas de hierro o lámparas de forja. La barra de servicio da la bienvenida a un salón donde los fines de semana es difícil encontrar mesa. Fuera, en la fachada, los carteles anuncian que tienen terraza interior y que aquí se viene a comer platos caseros, principal reclamo de este espacio que dedica su carta a una cocina basada en carnes de caza y guisos típicos de la sierra.
La carta comienza con entremeses como el aliño de hígado, aliño de papas o de pimientos, la mejor chacina: jamón o caña de lomo ibérica, morcón de bellota, queso, croquetas caseras de pringá, ensalada de la casa, ensaladilla, salmorejo o los surtidos especiales ibéricos. Revueltos de bacalao o de espárragos trigueros, atún encebollado, chipirón plancha, churrasco con patatas, lomo castellana o al whisky, mero frito, secreto ibérico o serranito especial. Variedad en montaditos como el de pringá, de queso de oveja, pepito de gambas o el de casa con chicharrón de Cádiz, queso y mojo. Pero donde realmente despunta la cocina de Casa Juanito es en los guisos tradicionales. Albóndigas, carne con tomate, carrillera ibérica en salsa, un extraordinario chivo en salsa, costillas de cerdo, manitas de cerdo, menudo, una exquisita oreja en salsa, rabo de toro, riñones al Jerez o el venao en salsa. Juan de la Cruz, dueño de Casa Juanito, destaca la chacina de la dehesa, el guiso de garbanzos, menudo, los huevos fritos con patatas, y los postres caseros (rosas y piñonates) además de arroz con leche, flan de huevo, natillas, tarta de dulce de leche o tarta de queso. Platos únicos, con una calidad incuestionable, que os trasportaran a épocas pretéritas en la que la cocina era cuestión de tiempo.
Y es que en estos tiempos fugaces, la comida de siempre sabe como nunca. Conocer nuestra gastronomía es una grata experiencia para disfrutar con los cinco sentidos, pero también es aconsejable complementar la visita a esta parte de la provincia descubriendo los rincones naturales que aguardan en nuestras zonas rurales. Las claves de la cocina de Casa Juanito reside en el respeto al legado gastronómico, la conservación de las raíces culinarias, un seguimiento de la estacionalidad y la integridad del producto, apostando así por el impulso del mundo rural. Juan es fiel a los valores inculcados por sus padres como la hospitalidad, el servicio y la idea “de convertir a los clientes en amigos”. Uno de los mejores tributos y honores que hay en esta vida es seguir las enseñanzas y valores que te ha trasmitido tu familia. Casa Juanito conserva la esencia de bar de pueblo. Un negocio que la familia de la Cruz tiene como extensión de la vida y como medio para ganársela, sin dejar de lado la conversación, el detalle y la comunidad. Recuperar sabores y llevar el entorno al plato. Esa es parte de la labor que este imprescindible local de la sierra sevillana, lleva haciendo hace mas de 30 años. Tenéis que conocerlo.