Calle Diego Angulo Íñiguez, 10, 41018 Sevilla
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Mucho antes de que los restaurantes japoneses arrasaran entre nosotros y descubriéramos la calidad de una gastronomía única, los restaurantes chinos eran ese lugar donde los jóvenes de hace unos años, íbamos a comer algo exótico a buen precio. Estos establecimientos estaban pensados para los que no teníamos demasiado poder adquisitivo y en ellos se comía rico, distinto y barato. Desde entonces hasta ahora ha pasado mucho tiempo y la sombra de la sospecha se ha cernido sobre estos locales regentados por inmigrantes chinos que no han dudado en aprovechar la ocasión para reconvertir sus negocios en restaurantes japoneses. Una idea que ha triunfado y que pervive hasta tal punto que en muchas ciudades encontrar un auténtico japonés es casi un reto. Hoy he comido en el restaurante considerado “mejor japonés de Sevilla”, con una calificación de 4,7 con casi 4 mil reseñas. En su publicidad, dice que es un restaurante japonés. Pero nada más lejos de la realidad. La pregunta es ¿A qué se debe esta proliferación de restaurantes chinos disfrazados de japoneses?
La respuesta está en que la cocina Japonesa luce mucho más saludable comparada con la china, tanto en sus ingredientes como en la forma de ser cocinada. Pero aunque muchos crean que lo de los “falsos japoneses” es un fenómeno local y que casa bien con la clásica picaresca española, en realidad ocurre en todo el mundo. La explicación es, por supuesto económica: mientras la cocina china se identifica con barata, en el caso de la gastronomía japonesa los clientes están dispuestos a pagar más. No hay nada malo en ello, ojo, pero por si a estas alturas todavía hay alguien que no tenga claro si ese sushi que está zampando viene de Tokio o de Shanghái, hay algunos detalles en los que fijarse para salir de dudas. El precio, la decoración o el menú suelen ser buenas pistas para saber si estamos en un japonés auténtico o en uno de pega. En realidad, distinguir unos de otros es bastante sencillo: Los locales regentados por chinos pero disfrazados de restaurante nipón suelen ser algo más recargados y horteras. Precio fijo y barra libre de comida, un clásico de los japoneses que no son japoneses. Come sushi hasta reventar puede sonar atractivo como reclamo para el cliente, pero en realidad es muy poco japonés. El último punto es el más sencillo. Y es que el buen sushi es caro. No sólo por los ingredientes, sino también por el tiempo y por lo que cuesta encontrar a un sushiman experto en la materia. Así que cualquier cosa que suene a chollo seguramente será eso, un chollo que en realidad es más correcto llamar “restaurante asiático”, un elegante eufemismo para describir un local chino en el que se ofrecen platos japoneses.
Pero vamos a centrarnos en L.San, nombre del padre del dueño de estos locales que ya suman cuatro en Sevilla y uno en Córdoba. El local cercano a la Buhaira fue anteriormente Initium, del chef Jesús Díaz. Un gran local de techos altos y vigas de madera, con suelos originales de losa de barro y decorado con muebles de tonos afines para darle homogeneidad al espacio. Lo que han hecho estos empresarios chinos ha sido colgar banderolas, paraguas y linternas japonesas, poster de personajes de anime y cambiar el gran mural de naturaleza de la pared principal del salón por un grafiti decorativo con una geisha futurista. En realidad la decoración es recargada y bastante cutre. Muchas luces, colores, cuadros de dudoso gusto… No han invertido nada en reacondicionar el local y adaptarlo a un tipo de público y de cocina muy diferente al anterior negocio. La oferta está clara: Buffet a la carta de platos sueltos por 15,90€ (niño 7,99€) de lunes a viernes mediodía. De lunes a jueves noche 17,90€ (niño 8,99€). Y el viernes noche, finde y festivos 19,90€ (niño 8,99€). El buffet consiste en 3 rondas de 5 platos máximo por persona a elegir entre más de 100 platos. En principio parece interesante, pero si vais el fin de semana no dudéis en comer a la carta sin buffet, os saldrá mucho más barato, y lo digo por experiencia. La comida os llega en pequeños platos de plástico, como una tapa. Clásicos de la cocina nipona, pero con sabores industriales y presentaciones básicas. Sopa miso, gyozas, tempuras, arroz a su manera, bao de todo tipo (que llena mucho) y “ramen” que es barato. Variedad en nigiris, sashimi, makis… lo más maltratado de la carta. Penalización de 2€ por platos no consumidos. Así que, te guste o no, piénsatelo antes de dejarlo.
Y después de esto, ¿Cómo es posible que tenga una valoración tan alta en portales de reseñas? Lo cierto, es que a pesar de estar lleno el día que fuimos a conocerlo, este local dista mucho de ser un japonés. Y es que con decir que es buffet ya tienes asegurado gran parte de la clientela, ya que a mucha gente, y sobre todo a los jóvenes por razones obvias, gustan de comer hasta reventar sin mirar el producto. Los mismos jóvenes que inundan las redes de reseñas positivas de locales como este donde se puede comer abundante por poco dinero. Ni siquiera se han molestado en ponerles kimonos a las camareras, biombos y música suave para evocar a Japón. Aquí las camareras son sudamericanas y la música que suena, con demasiado volumen por cierto, es música de anime, pensada para el público joven que llena el local incluso ahora en verano. Estos establecimientos son una adaptación que han hecho algunos restauradores chinos, para dar comida de poca calidad haciéndose pasar por japoneses. Esto en mi tierra se denomina “dar gato por liebre”. Diga lo que diga la famosa web estadounidense de reseñas de restaurantes, L. San no deja de ser uno de esos “cuentos chinos de los restaurantes japoneses”. Vosotros mismos.