Bar Las Palmeras 2

Plaza Fernando VI, 41014 Sevilla
Teléfono: 657 08 97 65

Nos gustan los fritos, sobre todo, los marinos. Boquerones, puntillitas, chocos, acedías… Nuestro famoso “pescaíto frito”, es un género de origen incierto, cuya técnica se cree que nació en Egipto, alrededor del 2.500 a.C. Los antiguos romanos los comían con su famoso garum y durante la ocupación árabe de España era habitual encontrar en los zocos pescados cocinados con aceite a alta temperatura. Hay incluso teorías que sostienen que la famosa tempura japonesa proviene de la fritura andaluza que llevaron los misioneros cristianos en los siglos XVI y XVII. En cualquier caso, estamos ante un clásico de la gastronomía andaluza y una apuesta ganadora. En Sevilla, existe un buen número de bares y restaurantes donde la fritura marina es una de sus estrellas. Abierto en 1994, el bar Las Palmeras 2 es uno de los mejores representantes del buen pescado frito de la capital. Nos trasladamos a Bellavista para conocer el negocio de Margarita Romero y su hermano Paco, dos hosteleros de raza que a pesar de su distancia al mar, ofertan cada día un mínimo de 14 frituras diferentes de pescado.

Y es que bien podríamos pensar que estamos en el Palo de Málaga o en el Barrio gaditano de la Viña, pero nos encontramos junto al Cortijo del Cuarto y Palmas altas, a pocos kilómetros de la Giralda, en una de esas zonas en expansión al sur de la ciudad. Con una población que ronda los 10 000 habitantes, Bellavista ha pasado en pocos años de tener pocas infraestructuras a ser un barrio bastante completo, también a nivel de hostelería. Hijos de Paco Romero, un conocido hostelero del barrio que bregó durante años en la Peña Sevillista o en el Club de Pesca de Bellavista, estos dos hermanos se reparten las tareas. Margari, gran aficionada a la pintura, se entiende con los fogones, mientras Paco controla la barra y la sala. “De esos sitios en Sevilla que tienen algo único y especial”, así lo reseñan sus parroquianos en la redes tras una visita. Las Palmeras 2 es un establecimiento con un salón comedor con capacidad para una treintena de comensales, donde se distribuyen mesas bajas y sillas de enea pintadas en distintos colores, una barra con paredes forradas de placas de matrículas con nombres de ciudades o grupos de WhatsApp de clientes, con divertidos alias como Jartibles, los Panacas, Belicosos o los Cañeros, además de coloridos cuadros de la propia Margari repartidos por el local. No tienen carta física. La oferta la podéis ver en grandes pizarras que Paco actualiza cada día. Uno de esos sitios sencillos con alma de barrio.

Su carta esta principalmente centrada en fritura de pescado procedente de las pescaderías de Javi Poleá y Juan Marrufo en la Plaza de Abastos. Las verduras son de “la Pastora” una frutería del barrio, y las carnes de Francisco Calle, la carnicería que tienen junto al frente. Proveedores locales para una materia prima más Km 0 que nunca. Nada más entrar se aprecia la importancia que tiene aquí el pescado de nuestras costas: Boquerones 2,80€, acedías 3,50€, pijotas 5,00€, taquitos de bacalao 3,00€, cazón en adobo 2,80€… Todo es fresco. La mejor elección del producto, harina de freír, un buen aceite de oliva, y por supuesto la mano de su cocinera, son los secretos de su extraordinaria fritura. Pero el pescado frito no es lo único a destacar. Tambien encontramos un sabroso pollo frito 2,50€, aliños, estupendos guisos como la carne en tomate 2,50€, albóndigas 3,00€, carrillá en salsa 3,00€ o solomillo al whisky 3,00€, además de su famoso “plato del cura”, unos filetitos al whisky sobre una manta de papas fritas, unas rebanaditas de pan con un pimiento encima y unas lonchas de jamón 12,00€. Un plato que hace alusión a Don Antonio María Godoy, el párroco del Sagrado Corazón, la parroquia del barrio. Para acompañar, una gélida cerveza de barril y algún que otro vino. El tapeo es fabuloso, pero de mi visita destaco el adobo del pescado, suave y muy adictivo, su famoso San Jacobo a la Castellana 4,50€, los huevos de choco a la plancha de Javi Poleá o la enchilada de pollo 3,50€ picantita y con mucho queso 3,50€.

En esta aventura, los hermanos Romero hacen alarde de la herencia familiar poniendo sobre el plato su pasión por la naturalidad y las cosas hechas con cariño, y el resultado es delicioso. Desde los fritos, hasta las recetas más elaboradas, su cocina recoge la esencia de la cocina sevillana en un formato sencillo y asequible. Aquí el producto es el absoluto protagonista. Los platos seducen por su sencillez. Ni este, ni ninguno de los negocios de su especie necesitan elaboraciones rimbombantes, de esas que presentan una carta con nombres de dos o tres apellidos, que confunden de tal forma que al final no sabemos que estamos comiendo. Cada día valoro más la sencillez, el detalle, las pequeñas cosas de esos bares que se mantienen fieles a la tradición. Hoy Paco y Margari se sorprenden de la variopinta fauna que les reserva mesas los fines de semana atraídos por las bondades de su menú, a precio imbatible, y en un local sin florituras. El olor a pescado frito y a guiso de siempre, y el ambiente familiar, no permiten albergar dudas. Se trata de uno de esos hallazgos que, pese a llevar cientos de bares y restaurantes a mis espaldas, se posiciona en mi lista de preferidos para disfrutar de buen tapeo. Un genuino lugar, bullicioso y concurrido, que no os debéis perder.

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