Avenida de Kansas City, 7, 41007 Sevilla
Sevilla, ciudad de tierra adentro con alma marinera, ha mantenido a lo largo de los siglos una relación íntima y trascendental con el mar, pese a encontrarse a casi 80 kilómetros del océano Atlántico. Desde que el río Guadalquivir se convirtiera en arteria vital para el comercio en tiempos romanos, hasta el esplendor del siglo XVI como puerto exclusivo para el comercio con América, la ciudad ha sido testigo y protagonista de un constante ir y venir de culturas, sabores y riquezas. Esta herencia marítima no solo persiste en su historia y arquitectura, sino que se saborea en su gastronomía, donde el mar sigue presente en cada plato. En este contexto, Caladero irrumpe en la escena hostelera sevillana como una propuesta fresca que honra esa tradición culinaria andaluza, combinando sabores del mar con un ambiente informal, cercano y lleno de autenticidad. Un magnífico establecimiento, impulsado por los propietarios del Grupo La Isla, Luis Millán y Leopoldo Parias, que acaba de ponerse en marcha en la avenida Kansas City, justo frente a la estación de Santa Justa, ocupando el local que anteriormente albergó el restaurante Miguel Ángel. El Grupo La Isla es una entidad consolidada en la escena gastronómica sevillana, con décadas de trayectoria ofreciendo cocina tradicional andaluza basada en productos frescos del mar. Su establecimiento insignia, el Restaurante La Isla, abrió sus puertas en 1946 y se ha convertido en un referente de la ciudad.
Caladero es una taberna marinera que nace como una extensión de la filosofía de La Isla, con un concepto renovado que, sin perder sus raíces marineras, apuesta por un enfoque más libre, moderno, accesible y desenfadado. Inspirado en esa misma esencia, el proyecto busca ofrecer una experiencia gastronómica fresca y contemporánea. El espacio, distribuido en dos plantas, ha sido cuidadosamente diseñado por el estudio de arquitectura Urbanarquia —responsables también de la reciente modernización de La Isla en la calle Arfe—. La intervención ha logrado mantener la identidad del Grupo, incorporando una atmósfera relajada y versátil, pensada para adaptarse a distintos momentos del día y del consumo. La planta baja, concebida como una taberna contemporánea, se caracteriza por su dinamismo y su clara vocación social. A la entrada, vitrinas de gran formato exhiben el producto fresco del día: mariscos al frente y pescados de gran tamaño al fondo, reforzando el vínculo con el mar y la frescura del producto. Espectaculares cavas acristaladas con más de 80 referencias de vinos nacionales e internacionales, añaden un toque sofisticado al conjunto. A la derecha, una barra principal de acero inoxidable, madera natural y azul profundo combina funcionalidad y atractivo visual, convirtiéndose en eje central del ambiente. En este nivel, mesas altas y veladores se combinan con una terraza exterior ideal para disfrutar al aire libre, mientras que las grandes cristaleras que dan a la calle inundan el interior de luz natural y lo conectan con el bullicio urbano. Todo ello enmarcado por una decoración de inspiración náutica, donde los tonos azules y los detalles marineros refuerzan la identidad visual del local. Por su parte, la planta superior —de próxima apertura y ya disponible para reservas— se proyecta como un restaurante de servicio completo, con mantelería y un ambiente más calmado, orientado a quienes buscan una experiencia más estructurada y pausada. En conjunto, Caladero propone un espacio que equilibra funcionalidad, estética y confort, pensado para disfrutar de la experiencia en un entorno cuidado y genuino.
Caladero ofrece una propuesta gastronómica centrada en la calidad del producto y la sostenibilidad, con una carta que gira en torno a los productos frescos del mar, tratados con el máximo respeto. Fiel al compromiso del Grupo La Isla, se apuesta por la excelencia sin renunciar al cuidado del medioambiente. Al igual que en los caladeros tradicionales, la oferta de pescados y mariscos varía según la estacionalidad, respetando las vedas ecológicas para garantizar el equilibrio de los ecosistemas marinos. La carta presenta una cuidada selección de platos pensados para compartir, que combinan tradición culinaria y materia prima de primera. Entre las propuestas más representativas se encuentran la ensaladilla de gambas (desde 9,7 €), el salpicón de marisco (15,5 € la media ración), las papas aliñadas con melva canutera (12,8 €), o las huevas aliñadas (9 €). Para quienes buscan sabores más intensos, destacan el tartar de atún rojo de almadraba (27 €), el bacalao en tempura con mayonesa de naranja (18 €), o los huevos rotos con carabineros (38,5 €). No falta una selección de ibéricos de alta calidad, como el jamón 100 % ibérico de bellota Pedro Enrique (17 € la media ración), o la presa ibérica “Lazo” (17 €), que completan la oferta con un toque de tierra. La sección de ostras, caviar y angulas eleva aún más el nivel: ostra Gillardeau nº 2 por 5,5 € la unidad, caviar Oscietra Imperial (40 € por 10 g) y las exclusivas angulas de Aguinaga (145 €). Los amantes de la fritura andaluza encontrarán clásicos como boquerones, salmonetitos, choco de trasmallo, calamarcitos de potera, puntillitas o tacos de merluza de pincho. De cuchara, destacan los fideos con langostinos (18 €) y el tradicional choco al pan frito (18 €). El fuera de carta es amplio y cambiante, con mariscos y pescados de temporada como gambas blancas extra, cigalas, alistaos, carabineros, bogavante nacional, langostinos de Sanlúcar, percebes gallegos o quisquillas de Motril. También se ofrecen piezas frescas como pargo, lenguado, salmonete, lubina de estero, rapito, corvina al corte o merluza de pincho. Para el final dulce, la carta de postres propone clásicos como la tarta de queso, el tocino de cielo, el coulant de chocolate o una selección de helados artesanos (todos a 7,5 €). La bodega está cuidadosamente seleccionada, con especial atención a los vinos andaluces, cavas y champagnes, pensados para maridar a la perfección con la propuesta del restaurante.
Aquí, el mar se sirve en cada plato, con sabor auténtico, alma sureña y respeto absoluto al producto. Y es que Caladero no viene solo a sumar una mesa más en la escena gastronómica sevillana: llega para convertirse en un lugar con alma, donde el mar se cuenta en platos y la tradición se sirve con mirada contemporánea. En una ciudad que sabe vivir y saborear, este nuevo proyecto del Grupo La Isla se planta con fuerza, como un puerto acogedor para quienes buscan calidad sin artificios, cercanía sin concesiones y sabor con raíces. Aquí no hay poses, solo producto, honestidad y ganas de hacer bien las cosas. Y si el mar no entiende de modas, Caladero tampoco: entiende de frescura, de gente que vuelve, y de futuro. Sin duda, una de las aperturas de año en Sevilla. Mucha suerte en esta aventura.