Plaza Antonio Martelo, 8, 41008 Sevilla
Teléfono: 854 80 11 53
En los últimos tiempos y adaptándose a los cambios en las necesidades del consumidor, han nacido nuevas formas de marketing de ciudades, y una de ellas es el marketing gastronómico. De esta herramienta surge el concepto ‘Citybreak’, ganchos de atracción basados en acciones o eventos que motivan al cliente. Una de las más exitosas acciones que se están llevando a cabo desde hace años, son los concursos de tapas, organizados de forma conjunta por restaurantes, comerciantes, ayuntamiento o empresas privadas. El objetivo principal de esta acción es promover la gastronomía, y más concretamente conseguir que el público participe de manera activa, acercar a la población la variedad y la calidad de nuestra gastronomía e impulsar la promoción del sector de la restauración, lo cual repercutirá asimismo en un importante reclamo turístico. Es en definitiva un evento que intenta fomentar la actividad de los restaurantes, bares, hoteles y en general los establecimientos del sector hostelero. En una de esas Rutas de tapas de Sevilla patrocinada por Cervezas Victoria y coordinada por mi amiga Eva Cepero, fue como conocimos este establecimiento de la Plaza de Antonio Martelo, en el distrito Sevilla Norte. El restaurante “A Fuego Lento” fue el ganador de la Ruta de Tapas de Autor de Sevilla con su tortillita de camarones.
“A Fuego Lento” es un humilde local puesto en marcha hace unos siete años por Juan Manuel Aguilar Barrera en el barrio de San José Obrero, un distrito que a pesar del desarrollo urbanístico de la ciudad, ha conservado prácticamente inalterable su perfil original, con edificaciones bajas de una o dos plantas, y cierto aire rural en medio de la urbe. Aquí, entre María Auxiliadora y la estación de Santa Justa, encontramos este establecimiento que llama la atención por su fachada pintada con patrones de azulejos vintage, como si toda la fachada quisiera representar un gran azulejo, con el nombre y la firma de Juanma en el toldo. Dentro, varias mesas y sillas plegables de madera delante de la barra de servicio. Al fondo una pequeña cocina. Pero la joya de la corona de este local es sin duda la gran terraza que se despliega bajo los árboles de la plaza. Fuimos un domingo de agosto y todas las mesas estaban ocupadas, una muestra del exito que tiene entre los vecinos. Nada destacable desde el punto de vista decorativo, excepto por el hermoso tirador de cerveza, una obra de arte que durante años estuvo en la barra del mítico Restaurante Manolo Vázquez en Matalascañas y que fue donado por la familia, cumpliendo así la voluntad de Manolo. “A Fuego Lento” hace gala de una cocina tradicional, con sentido y carácter, las mismas virtudes que el restaurador Manolo Vázquez inculcó durante más de 20 años a Juanma Aguilar, un chef que con el paso del tiempo se ha convertido en un alumno aventajado del onubense, pero que sigue compartiendo los principios que siempre han inspirado la forma de hacer y entender la cocina de Vázquez.
Una cocina que presenta una carta de corte clásico, sin fusiones, que comienza con platos fríos como las papas aliñas 3,5€, salmorejo con jamón y huevo 4,5€, tartar de verduras 4,5€, tomate con melva 4€, ensalada de aguacate con langostinos 10€, tosta de sardina ahumada 4€, gambas blancas, huevos de choco o incluso ostras 4€. En fritos tenéis boquerones al limón, puntillitas, taquitos de merluza o calamares del campo con langostinos 4,5€, adobo 4€ o sus famosas pavías de bacalao y merluza 4€. Entre sus guisos encontramos las espinacas con garbanzos 3€, la carrillera, la carne con tomate o sus sabrosas albóndigas de choco 4,50€. Las especialidades son las premiadas tortillitas de camarones 3€, ensaladilla de gambas 4€, alcachofas rellenas de foie 3€, canelón de cola de toro 4,5€, croquetas de bacalao con piñones y de puchero 3,5€, papas a la Tomasa 5€, bacalao con piquillo y langostinos 15€, bacalao gratinado con alioli de membrillo 5€, papas con huevo frito 7€, revuelto de bacalao dorado 9,5€ o cachopo “A fuego lento” 35€. De carnes tenéis el solomillo con o sin mojo picón o gorgonzola 4€, brocheta de solomillo 10€ o tiras de pollo con mostaza y miel 8€. No llegue a ver opciones de postre, pero podéis preguntar.
La gran Charo Barrios llama a este tipo de locales “bares de cabecera”, de esos cercanos a casa y en los que compartir una cocina in situ, frescura y de calidad. Y es que tener un bar de cabecera siempre es agradable. Ese lugar donde, haga frío o haga calor, podemos reunirnos con amigos o familia mientras intentamos arreglar el mundo o discutimos sobre los resultados del futbol del fin de semana. El punto idóneo para conocer y dejar que te conozcan y donde saben perfectamente si eres más de vermut o de cerveza. “A Fuego Lento” atesora el legado culinario de Manolo Vázquez en las manos de un chef que ha encontrado un equilibrio que pasa por emplear productos asequibles, huyendo de etiquetas y conceptos impuestos y buscando la calidad de lo sencillo. Y es que en un mundo de constantes cambios, a veces la sencillez triunfa. Es hora de marcharse. La experiencia termina. Pedimos la cuenta para tres personas que sale por 49,30 euros. Es cierto, es barato. Pagamos y las agradables camareras se despiden de nosotros: “volved cuando queráis”. Seguro que lo haremos.