Calle Correduria 1, 41003 Sevilla
Teléfono 955 05 75 90
La gastronomía peruana se ha ido mezclando con diferentes culturas y orígenes, siendo una fiel representación de la realidad y complejidad de la sociedad de este hermoso país. La cocina peruana está considerada la mejor del mundo, es el orgullo del país, la representación de su identidad mezclada durante siglos entre indígenas, europeos, africanos y asiáticos. Y, sin embargo, los restaurantes peruanos seguían sin ponerse de moda hasta hace pocos años, pero la situación ha cambiado radicalmente. Las propuestas que llegaban aquí eran muy tradicionales, funcionaban bien por el día, pero nadie se quedaba a tomar una copa y en parte es porque la cocina peruana más casera puede ser pesada. Así empezó a crearse un concepto más amigable para un público internacional: el tapeo peruano y pisco bar.
Hemos ido a conocer este nuevo establecimiento cercano a la Alameda de Hércules que hace homenaje a la mezcla y a la diversidad cultural y gastronómicas del Perú y busca acercar al público sevillano la cocina nikkei, fusionando las recetas japonesas con las peruanas, utilizando productos andaluces y potenciando los sabores para conseguir la verdadera esencia de la cocina andina. Al frente del negocio están Gustavo y Daniel González, dos hermanos paraguayos que llevan en España más de 13 años, y que junto con John Ríos y Luky, hacen un equipo de buenos profesionales que han estado en famosos restaurantes sevillanos como Nazca o Chifa, locales que pusieron de moda este tipo de sabores en la capital hispalense. Pisco Tapas es una vuelta de tuerca a la cocina peruana con el objetivo de que cada uno de sus platos te haga flipar.
La idea del diseño de decoración era la de crear un “espacio acogedor, un lugar del que no te quieras ir”. Se trata de un edificio antiguo de ladrillos rojos al que le han respetado la distribución interior y el suelo de anteriores negocios. Un salón diáfano que cuenta con mesas bajas separadas una de otras para dar intimidad a los comensales. Además tiene una barra con un frontal rojo con el logo pintado, donde se puede picar de manera informal mientras vemos cómo se elaboran los platos, ya que la cocina está totalmente abierta. Sillas de estilo vintage y una pequeña terraza para los días de sol, algo imprescindible en la Alameda. La luz natural inunda el local a través de las numerosas cristaleras que dan a Correduria y Joaquín Costa. Un espacio de tonos cálidos que ha respetado la propia estética del local.
Una carta clara y directa dividida en ensaladas de quínoa, como el pulpo al aliño japonés 5,90€ o de mixtura amazónica como la de rúcula y espinacas con queso fresco andino y aliño japonés 5,90€. Entrantes como la mandioca frita a la crema de rocoto 3,90€, gyosas de verdura 3,90€ (4un,) o las croquetas de ají de gallina 4,50€ (4un,). Aquí es donde la cocina peruana se mezcla con la japonesa: hay niguiris de presa ibérica a la emulsión de hoisin 3,10€ (2un.), niguiri de salmón y cherrys 2,90€ (2un.), niguiri a la causa limeña y pulpo 3,10€ (2un,), niguiri de setas mixtas a la crema de rocoto 3,10€ (2un,) o el niguiri de aguacate, cherrys y pepino a la vinagreta de miel 2,90€ (2un.). Makis y uramakis como el acevichado con emulsión de leche de tigre 4,20€ (4un.), uramaki de langostino japonés rebozado en mixtura de sésamo 6,20€ (5un) o uramaki de verduras 5,20€ (5un). Tienen platos veganos, vegetarianos y sin gluten.
Una parte más contundente de la carta que comienza con un ceviche de carretilla al estilo tradicional 5,50€, limeño con leche de tigre y corvina 5,50€ o de leche de tigre nikei, tamarindo y atún 5,20€, amazónico andino con pulpo y leche de tigre de mango y maracuyá 5,20€. Pescados como el tartar de atún rojo en mixtura de verduras y crema de aguacate y alioli de soja 4,50€, lingote de ventresca de atún a la salsa de romero y setas japonesas con licor de cerezo 4,50€/9,90€, tataki de salmón glaseado con puré de papa andina 7,60€ o el pulpo al anticucho 4,20€. De woks encontramos el de gambas, fideos japoneses y mixtura de verduras 9,50€, de pollo y verduras a la salsa yakisoba 9,50€, de lomito salteado y arroz chaufa 11,00€ o el de pato y tirabeques con arroz en mixtura de hortalizas 11,00€. Carnes como el burguer pisco 100% vacuno 3,90€, carrillera ibérica a la espuma de mandioca y huacatay 3,90€/8,50€, costillas de cerdo a la barbacoa japo/peruana y chips de yuca 5,50€ o el solomillo de ternera y patata baby 7,90€/14,50€.
La carta se cierra con cuatro dulces de los que están muy orgullosos: suspiro limeño, tarta del día, sorbete de chicha morada con espuma o el coulant de chocolate, todos a 3,90€. Pero Pisco Tapas también es bar para tomar una copa. Por eso encontramos 6 piscos distintos en su carta (más cócteles clásicos para los menos aventureros) 6,80€, mojito de pisco 5,90€, chilcanito 5,90€, chilcanito de maracuyá 5,90€ machupichu 5,90€ además de 10 tipos de cerveza incluidas la Cusqueña 3,00€ o la Cusqueña negra 3,00€, vinos tintos y blancos e incluso sangría 3,50€/11,00€. Pisco Tapas ofrece una cocina de esencia peruana con toques creativos, en las que se involucran la experiencia de gran parte del equipo en locales similares de la ciudad. Una cocina pensada para compartir en un espacio cómodo y sin complejos, y a unos precios difíciles de encontrar. Tenéis que conocerlo. Muy interesante.