Restaurante Arturo

Avenida la Constitución, 15, 41960 Gines, Sevilla
Teléfono: 954 71 43 03

Este es de esos locales que siempre he querido tener en mi web, y que por una cosa o por otra nunca había encontrado el momento de incluirlo. Situado en el centro de Gines, este restaurante con más de cinco décadas, nunca ha perdido su encanto, ofreciendo una experiencia diferente y enriquecedora. “Un restaurante donde se respeta la buena cocina y la pasión por recibir”. Así podemos definir uno de los grandes clásicos de la restauración del Aljarafe. El Restaurante Arturo llegó a manos de Teresa Ania Mota en el 2008. Teresa es una asturiana que respetó el nombre, la estética e incluso el plato bandera del antiguo “Casa Arturo” (bacalao dorado), y que ahora regenta el negocio junto a su hija Andrea y si hijo Iván Ramírez, un profesional formado en la Escuela del Alabardero. La calidad gastronómica de este establecimiento reside en la materia prima, y esto se nota en el plato. En el Restaurante Arturo no se escatima en calidad, algo que esta familia tiene por bandera en su local “Si sirves algo que gusta, el cliente repite una y otra vez, pero si aprecian algo que les desagrada, ya no vuelven”. Con dicho convencimiento, su propuesta resulta interesante y a un precio bastante ajustado. Aquí se come bien, sabroso y con algunas de las florituras que permite el paladar conservador de la parroquia sevillana. De hecho, en este espacio, Iván encuentra resquicios para imponer su personalidad e incluso mostrar agradables trazos de creatividad.

Calidez, profusión y lujo. Así es la estética de este local con encanto que tiene un original salón principal con un aforo de unas 60 personas, decorado con objetos antiguos como planchas de metal, antiguos molinillos de café, almireces, una antigua máquina de coser o madreñas asturianas, en honor a su tierra, además de sugestivos cuadros de temática taurina. Al fondo una gran parrilla para dar calidez a la estancia en los meses de frío. Al entrar vemos la barra de servicio pintada de rojo, con un barreño lleno de botellas de vino y adornada por una pequeña replica de la Virgen del Rocío. Las mesas vestidas con manteles de cuadros rojos, platos y servilletas de tela. Las sillas y las alacenas de tipo castellano, que le dan una estética hogareña, al estilo esas tradicionales casas de comida. Luz cálida procedente de pequeñas lámparas de mesa, ayudan a mantener la armonía de la decoración. En el centro del salón cuelga una espectacular lámpara de araña. Durante el verano cuentan con una amplia terraza cubierta con toldos y abierta a la avenida, para disfrutar de las noches estivales. Una terraza bien cuidada, pintada en rosa y amarillo albero, donde se acumulan un buen número de macetas, además de una bonita colección de suculentas.

Fuego, producto y tradición. En lo gastronómico la oferta es variada, con una carta en la que podéis encontrar casi de todo. Su filosofía pasa por ofrecer una cocina tradicional y de mercado, elaborada con productos de cercanía como carnes, pescados y verduras de nuestra huerta. Bacalao dorado 14,50€, cachopo 25,00€ o fabada asturiana 22,00€, son sus platos estrella. Pero Arturo es mucho más. Su carpaccio de gambas 18,50€, las croquetas 14,00€ o sus ensaladas con toques creativos son extraordinarios. El formato tapa ha venido a cubrir la posibilidad de probar distintos platos sin tener que pedir grandes raciones: Piruletas de morcilla de burgos con crujiente de arroz 14,00€, tartar de atún rojo 6,50€, lagrimitas de pollo alisoja 6,50€, ensaladilla de pulpo 5,50€ o mini cachopo 8,50€, entre otros. Aquí se suele cerrar con las carnes a la barbacoa: Cerdo ibérico como la presa 26,00€ o el solomillo 15,00€, vacuno (entrecot y solomillo) 28,00€ o incluso pato (magret y confit) 15,50€, todo acompañado de varias guarniciones. El postre inevitable es la tarta de galletas con chocolate o los piononos. Pero no sólo la carta importa, también el entorno y el trato. Casa Arturo es de esos sitios que una vez descubres, dudas en compartir con los demás, por si pierden la magia. Es uno de esos espacios de los que van quedando pocos, que mantiene una atmósfera que invita a pasar las horas muertas en compañía de una copa de vino Bocanegra, un vino “lleno de ronroneos” hecho para ellos por Colonias de Galeón con el nombre de su gato.

En definitiva, estamos ante una propuesta al alcance de todos los bolsillos, sabrosa y basada en un producto de calidad. No se tarda demasiado en palpar el cariño con el que sus impulsores le tienden la mano al pasado, sin descuidar la narrativa de la cocina actual (frescura y sencillez). Pocos artificios para platos elaborados con buena técnica (puntos de cocción, cortes, conocimiento de texturas y sabores, etc.) que nunca sobrepasa a los ingredientes. Sabores netos y presentaciones correctas. Una opción muy válida a tener en cuenta si buscamos en el Aljarafe un lugar coquetón y agradable (con buen servicio de sala), donde encontrar una comida accesible, tanto a nivel económico como de paladar. Por todo ello, no nos cabe la menor duda que seguirá siendo un imprescindible de los sevillanos durante muchos años más. Gracias a Teresa y Andrea por su hospitalidad. Encantados de volver a vuestra casa.

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